Por José Manuel Vecino P.*
La gestión gerencial en las
organizaciones requiere un alto sentido de compromiso con los resultados, de
tal manera que lo primero que debería recibir quien es nombrado o seleccionado
para ocupar un cargo de dirección es la llamada “descripción del cargo” que le
permita conocer desde el principio los entregables sobre los cuales será
juzgado al momento de hacer la evaluación del desempeño.
La diferencia entre una gestión
promedio y una sobresaliente reside en la capacidad de identificar la mejor
manera de usar los recursos de los cuales dispone y su habilidad para
desarrollar en el equipo de trabajo una rutina capaz de producir resultados
sobresalientes y diferenciadores. La cotidianidad laboral que puede llevar a la
rutina no es necesariamente sinónimo de aburrimiento por la condición
repetitiva de la tarea. Aquí es donde aparece la importancia el sentido que
tiene hacer la tarea para la cual hemos sido contratados.
La gestión gerencial exige la
orientación al logro como condición para asegurar un camino que inicia dando
una mirada al punto de llegada que le permita reconocer la complejidad de la
ruta que debe recorrer, tener presente la meta anticipa una estrategia que optimiza
los recursos que necesita para abordar con seguridad las tareas que, una vez
realizadas, se convertirán en los escalones necesarios para avanzar, no siempre
hacia arriba, pero siempre hacia adelante.
Los tres componentes básicos que
están contenidos en la definición de la competencia “orientación al logro” (formulada por D. McClleland en los años 70) son:
1. Planear: Se
refiere a la capacidad de establecer con anterioridad los objetivos que se
pretenden alcanzar, definir lo recursos tecnológicos, financieros y físicos que
permitan asegurar los insumos necesarios para iniciar el proceso o entregar el
servicio prometido. Es una manera de visualizar el camino que debemos recorrer
y anticipar, a modo de posibilidad o probabilidad, las dificultades que
deberemos sortear para iniciar el camino que nos llevará a la meta.
2. Ejecutar: En
muchas ocasiones nos quedamos en la formulación de deseos, sueños y
aspiraciones que pueden ser loables y hasta encontrar aliados en el equipo de
trabajo, pero en muchas ocasiones terminamos por aplazar o nunca realizar esto
que hemos diseñado con tanto cuidado. La
capacidad de ejecutar es la puesta en marcha de la decisión, de realizar y
convertir en realidad lo que hasta el momento es solo un proyecto o un plan
bien concebido. Será la realidad de la ejecución la que permita adecuar los
recursos, ajustar el proceso y reconocer la velocidad con la cual deberá
realizarse la tarea.
3. Evaluar:
Una vez finalizado el proyecto, el plan o la tarea es preciso hacer una
revisión de resultados que nos permita contrastar lo planeado contra lo
alcanzado, asegurar que se cumplió lo esperado y, especialmente, la capacidad
de generar una reflexión que permita reconocer los aprendizajes alcanzados de
tal manera que en el siguiente proyecto puedan incorporarse los mejoramientos
que surgen como producto de la tarea realizada.
La búsqueda de resultados
diferenciadores en la gestión debe encontrarse en capacidad de intuir caminos
innovadores y llenos de propuestas capaces de retar la rutina que ha logrado
mantener espacios de acción repetitivos. La consolidación del llamado “efecto
resorte” nos hace creer por breves momentos que hemos dado un salto cualitativo
y que por estamos preparados para alcanzar nuevas metas organizacionales,
cuando en realidad se trata solo de un impulso que puede llevarnos de nuevo a
la misma “zona de confort” de la cual partimos.
“Comenzar con el fin en la mente”
es el segundo hábito que nos regala S. Covey en “los 7 hábitos de la gente
altamente efectiva”, se trata de imaginar que somos capaces de tomar las
riendas de nuestra realidad y hacer realidad nuestros sueños a partir de los
insumos con los cuales contamos, tenemos la capacidad de “crear dos veces” lo
que nos proponemos, la primera en nuestra mente y la segunda es la expresión de
eso que imaginamos. Asumir el liderazgo de mis resultados implica reconocer que
la fuerza para producirlos nace del interior, es cuando reconocemos que los
recursos y los insumos solo adquieren su identidad transformadora cuando combinamos
cada uno de ellos de acuerdo al plano mental que previamente hemos elaborado.
Es muy importante considerar en
esta reflexión que la competencia como tal es la expresión en modo presente de
quien interpreta la acción como parte de un proceso que está en permanente
desarrollo y que incorpora los objetivos comunes del equipo de trabajo. En este
sentido la experiencia como tal de quien se apasiona por un resultado, resulta
ser compartida con todos aquellos con quienes hacen parte de su mismo sueño. La
gestión gerencial se manifiesta en la capacidad de reunir, combinar y proyectar
los deseos de un equipo de trabajo que espera, partiendo de un plan de trabajo,
ejecutando las tareas correspondientes obtener resultados que les permitan ser
evaluados para encontrar los aspectos de mejoramiento que podrán llevar a las
personas, al equipo y a la empresa a desempeños y productividades superiores.
Cuando iniciamos un proyecto nos
imaginamos que será un éxito, que alcanzará los objetivos planteados y que sin
duda nos permitirá avanzar a nuevos estadios de desarrollo. La planeación nos
permite anticipar las posibles dificultades que hallaremos en el camino y desde
el comienzo preparamos soluciones para contingencias que quizá nunca se
presenten pero que son potencial fuente de problemas para el éxito esperado. La
ejecución de los planes y tareas nos embarcan de nuevo en la necesidad de medir
y controlar cada uno de los pasos que se van dando en el desarrollo del
proyecto, allí podemos caer presa del reino de la improvisación ya que es
preciso tomar las decisiones adecuadas para salir al paso a las dificultades
reales para las cuales quizá no preparamos acciones en la fase de planeación.
Finalmente, la evaluación se convierte en un aliado para reconocer y aplaudir
lo que hizo bien y al mismo tiempo para identificar y valorar los aspectos que
deben ser mejorados y ajustados para próximos proyectos.
Finalmente, llevando un poco esta
reflexión al desempeño, encontramos en la cotidianidad organizacional que a
muchos colaboradores no les gusta ser evaluados por diversas razones que van
más allá de la típica subjetividad de la cual siempre se acusan a las
herramientas de medición. Se trata de descubrir y valorar la importancia que
tiene la planeación de resultados a partir del reconocimiento de las fortalezas
que nos permiten impulsar la gestión hacia resultados superiores y
diferenciadores.
Espero que estas opiniones permitan
generar la debida discusión sobre las metodologías que podemos utilizar para
consolidar la competencia de “orientación al logro”.
*José Manuel
Vecino P.
Filósofo, Magister en Gestión Ambiental, Especialista en Gestión Humana,
Gerente de Gestión humana, Consultor empresarial y Docente Universitario.
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