Hoy día, las organizaciones
privilegian los equipos de trabajo en el desarrollo de sus diferentes procesos,
encuentran en ellos la posibilidad de favorecer el desarrollo de los talentos
como factor de éxito en el logro de los propósitos corporativos, más allá del
mejoramiento del desempeño, por cuanto reconocen que los resultados se dan en
la sinergia que desarrollan los integrantes de los equipos de trabajo.
Dificultades tales como los
conflictos, ausencia de compromiso, desmotivación laboral e incumplimiento de
fechas, por ejemplo, han sido superadas gracias al reconocimiento de que el
impulso para superar los desafíos que plantea el trabajo en la organización,
puede lograrse gracias a que los colaboradores se sienten parte de un equipo de
trabajo donde su aporte no sólo es valorado sino requerido.
En todos los equipos habrá
personas que por su experiencia, conocimiento, habilidad, actitud o por la suma
de todos ellos, se convierten en las estrellas alrededor de las cuales gira el
trabajo de los otros, de tal manera que este liderazgo natural es reconocido y
apoyado. Estas personas sienten que cuentan con los soportes necesarios para
desarrollar con éxito la gestión. El talento comienza entonces a evidenciarse
como una expresión colectiva y no sólo individual. Citando a Pilar Jérico, “El
talento sólo es posible cuando tiene un equipo que lo respalde” y efectivamente
podemos verlo en los equipos deportivos donde se reconocen los talentos individuales,
pero siempre se concluirá que sus resultados son obtenidos gracias a la labor
conjunta de todos los integrantes.
Esto nos lleva a reflexionar
entonces sobre el impacto que tiene en el equipo de trabajo la selección de
cada uno de ellos. Cuando una persona llega a un equipo debe tener claro cuál
es la contribución esperada, reconocer que su trabajo será definitivo
independientemente de que se trate de un trabajo humilde o quizá no tan
aplaudido a la hora de las celebraciones, pero con seguridad sí recordado y
reclamado si se fracasa.
Un ejemplo que suelo poner,
tiene que ver con el mecánico que le cambia la rueda trasera derecha al campeón
mundial de FÓRMULA UNO cuando entra a los garajes; por sus condiciones de
seguridad, lleva casco que le protege e impide que pueda ser reconocido, es un
trabajo anónimo pero de la máxima valía, ya que si hace mal su trabajo el
campeón puede fallar en su intento de ganar la carrera o lo que es peor, puede
producir un accidente de impredecibles consecuencias. El hecho de que al final
los aplausos puedan ser para una persona es una invitación a incluir a todos
los que hicieron posible los resultados superiores obtenidos.
Esta reflexión se orienta a
validar la importancia de contar en nuestros equipos de trabajo con estrellas
capaces de marcar la diferencia con relación a la gestión y por tanto
desarrollar en ellos las competencias necesarias para construir desempeños
óptimos, pero al mismo tiempo identificar la necesidad de motivar, mediante el
reconocimiento y la capacitación, los aportes realizados por cada uno de los
miembros del equipo.
Encontramos en las
organizaciones personas que sienten que pueden dar mucho más de lo que les
exige su trabajo y esto hace que en ocasiones se dejen llevar por la rutina,
entre otras cosas porque su trabajo no necesariamente les representa un reto
que deban afrontar con toda su capacidad, se mecaniza su labor y desaparece la
motivación inicial llevándolos a estados de postración anímica y en muchos
casos a salir de la organización en la búsqueda de horizontes y organizaciones
que les permitan una mayor participación.
Los gerentes deben reconocer
a cada una de las personas que hacen parte del equipo, no basta sólo con
seleccionarlos, es preciso que tengan claro cuál es la meta que deben alcanzar
y los recursos con los que cuentan para lograrlo. Las organizaciones que
desconocen la potencialidad de sus colaboradores están perdiendo la oportunidad
de desarrollar y generar procesos innovadores en la gestión que realizan.
Los equipos de trabajo no
sólo comparten un espacio y un tiempo juntos, deben compartir también con
claridad la expectativa de tareas y trabajos que induzcan a la creatividad y la
innovación. Es preciso entonces que cada miembro del equipo identifique, como
dice Ken Blanchard “las reglas de juego” de tal manera, que reconociendo su
área de acción pueda en ella diseñar nuevas maneras de hacer las cosas.
Trabajar en equipo es una
competencia bastante desgastada en los últimos tiempos, en últimas, podemos
preguntarnos ¿qué es trabajar en equipo?; basta con reunir un grupo de personas
y decirles que el trabajo en equipo es importante y asignar una tarea
específica con objetivos y tiempos?, quizá no. Una de las mayores
contradicciones que encontramos en las organizaciones que promueven el trabajo
en equipo como competencia organizacional o bien como eje transversal a toda la
gestión, es que los reconocimientos siguen siendo individuales, se premia al
mejor del mes, al de mejor desempeño, etc.., de tal manera que los demás
integrantes quedan excluidos del reconocimiento. Esta contradicción se refleja
en el clima organizacional y es un precio que termina por pagarse en el
desarrollo de nuevos proyectos.
El trabajo en equipo
entonces es la manera conjunta de obtener resultados, debe entonces acompañarse
la compensación con un componente colectivo, que permita establecer modelos de
equidad y participación. A los integrantes del equipo de trabajo les
corresponde orientar los esfuerzos para diseñar un modelo de gestión que
refleje lo que es el trabajo en equipo, de tal manera que los problemas que
reconocemos a diario en la organización y que nos llevan a buscar alternativas
orientadas a disminuir las dificultades de relación entre las personas o entre
las áreas de trabajo no caigan en el vacio de la indiferencia gerencial por
cuanto, en muchas ocasiones, no acertamos con soluciones que atiendan las
causas de los problemas y seguimos, por el contrario, insistiendo en calmar los
síntomas que vuelven a surgir por la sencilla razón de que no hemos intervenido
en los orígenes de la problemática que se expresa de múltiples maneras y que
seguramente tenemos identificadas en test, encuestas y evaluaciones que
realizamos cada tanto.
El talento surge entonces
como una manifestación de esfuerzos conjuntos, de los apoyos recibidos y de la
combinación de múltiples actores en el desarrollo de una tarea. Es evidente que
la disciplina personal, las capacidades individuales y el compromiso demostrado
ante un reto, logran establecer resultados valiosos para la organización.
Cuando una persona con talento no encuentra un equipo de trabajo que afirme sus
competencias se verá muy rápidamente redoblando esfuerzos para alcanzar las
metas.
Todos poseemos talentos, es
indudable, la cuestión tiene que ver con la manera como ponemos a disposición
del equipo los mismos y la manera como logramos multiplicar los efectos de
estas sinergias construidas a partir del reconocimiento de los otros.
En Gung Ho (Ken Blanchard y
Sheldon Bowles), se propone un símil con tres animales, el primero, el espíritu
de la ardilla que nos lleva a reconocer que todo trabajo vale la pena y por
humilde que sea contribuye con la meta propuesta, que nuestro trabajo hace que
el mundo sea mejor, sin esta condición estaremos sumergidos en la rutina
perdedora que nos lleva a vivir en organizaciones poco motivadas y alimentadas
por la envidia entre los miembros de los equipos.
El segundo, el estilo de
castor, que nos invita a reconocer los límites de nuestra gestión, a saber que
no podemos hacerlo todo solos, que necesitamos de los demás y que es preciso
crear espacios donde podamos compartir, colaborar y participar en las tareas de
los demás. Cada persona del equipo debe saber no sólo qué hace sino también
para qué lo hace, como dice S. Covey “permanecer con el fin en la mente” ayuda
a que el trabajo tenga sentido.
Por último, el don del
ganso, el cual es una invitación a fortalecer los vínculos entre las personas,
reconocernos en una cultura empresarial dinámica de la cual nos sentimos parte,
donde somos capaces de aplaudir y de alegrarnos con los éxitos de otros, de
apoyar y felicitar, un espacio donde no sólo encontramos culpables de los
errores y las fallas, al contrario un lugar donde se anima y motiva a aprender
cada día más.
El equipo de trabajo es el
sitio donde cada día entregamos nuestra vida, donde compartimos nuestro saber y
donde nuestros esfuerzos adquieren sentido porque establecemos vínculos y
relaciones que nos permiten sentirnos reconocidos y por lo tanto desafiados a
ir más allá de la tarea y de lo esperado.
Los invito entonces a
revisar los diagnósticos que tenemos en la organización, definamos cuáles de
ellos son sólo síntomas de problemas que no se resuelven con una acción de
capacitación, con un traslado, con un incremento de salarios, con una
bonificación, etc.. Encontremos las causas profundas que han dado origen a esas
situaciones que hoy reconocemos como obstáculos para el buen desarrollo de la
gestión y definamos acciones contundentes capaces de resolver estas
situaciones.
Una de las tendencias
actuales en el mercado laboral tiene que ver con el llamado “teletrabajo” que
ha permitido que muchos profesionales desarrollen sus tareas y trabajos desde
sus casas o por lo menos sin asistir regularmente a una oficina donde tenga la
oportunidad de encontrarse físicamente con sus compañeros de trabajo para
compartir ideas o establecer acuerdos y por tanto las reuniones son sesiones
virtuales. Considero que todo lo dicho aplica igualmente en razón de que
nuestra condición de seres gregarios nos lleva a buscar la permanente relación
con quienes reconocemos como nuestros compañeros de trabajo.
Finalmente, es importante
reconocer que el talento individual y el equipo de trabajo van de la mano, el
uno no aparecerá sin el otro y es responsabilidad de los gerentes seleccionar
al personal adecuado, entrenarlos para obtener resultados superiores y evaluar
su trabajo para evidenciar los aprendizajes que permitirán ajustar y mejorar
individual y colectivamente.
Espero que estas reflexiones
contribuyan de alguna manera a diseñar un modelo de gestión que permita mejores
desempeños individuales y grupales que impacten positivamente en los resultados
esperados por la organización.
Contacto:
Tel. (57 1)2 21 67 81. (57) 311 214 3825
BOGOTÁ, COLOMBIA
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