La globalización y el entorno, cada vez
más competitivo, hace necesario que las empresas tengan que diseñar modelos
gerenciales capaces de marcar la diferencia y de poner en práctica estrategias
que le garanticen la supervivencia en un mercado que selecciona a sus
participantes por la intervención y decisión directa de los clientes que con su comportamiento promueven
la urgencia de establecer en las organizaciones competencias orientadas al
desarrollo de las mejores prácticas.
Entre las competencias necesarias para
establecer nuevos paradigmas en la gestión gerencial de los próximo años,
podemos señalar que, si bien su nombre puede ser igual o similar a como los
conocemos desde siempre, su contenido y significado ha variado sustancialmente,
es decir que, cada uno de ellos ha incorporado en su concepto nuevos alcances y
contenidos, por tanto su desarrollo implica una nueva experiencia que nace de
entrenamientos capaces de desarrollar estas competencias al interior de las
organizaciones.
Han pasado casi tres décadas desde que
Macklelland propuso su modelo de competencias y han sido muchos los autores que
han profundizado, enriquecido, ajustado, ampliado, etc.., el término, al punto
que hoy día sería difícil que alguien asumiera el riesgo de definir la palabra
competencia e incluyera en ella todo el alcance de la misma. Sin embargo,
entendiendo que los tres pilares básicos que) permanecen en la base
epistemológica del término (conocimiento, habilidad y actitud), me arriesgo
entonces a proponer un grupo de competencias que sin duda están ya o lo estarán
muy pronto en la agenda gerencial, de tal manera de los resultados corporativos
quedarán sin duda asociados al desarrollo de ellas.
Entre otras muchas que puedan
identificarse y caracterizarse, considero, a mi juicio, que las competencias
que marcaran la diferencia en el siglo 21 son:
1.
Competencias Ambientales Empresariales. Lo ambiental incluye la actitud de las personas y
trasciende el nivel organizacional. La normatividad internacional que se
orienta a promover en las organizaciones una producción más limpia y menos
contaminante debe ser soportada ahora por el desarrollo de competencias
ambientales empresariales que promuevan en la organización comportamientos que
vayan más allá de las conductas mínimas de respeto al medio ambiente, se trata de
construir culturas organizacionales que incorporen entre sus tradiciones la
necesidad de favorecer el mantenimiento de condiciones ambientales saludables
para los colaboradores actuales y futuros. Se identifica este reto con la
necesidad de ser sensible al uso que se da a los recursos hídricos, por
ejemplo, es tomar conciencia de que la calidad del aire también es nuestro
problema, el consumo de energía, el respeto por los recursos naturales
presentes en la gestión, la implementación de estrategias que hagan efectiva la
tarea de las R (Reciclar, Reutilizar y Reducir). Que lo ambiental se traduzca
en un esfuerzo común y no en el cumplimiento de normas que se olvidan apenas
dejamos nuestro roll empresarial. Las competencias ambientales, como eje
diferenciador de la gestión gerencial, apenas está comenzando su tránsito hacia
modelos prácticos que permitan evaluar en cada colaborador el estado actual de
estas competencias; se traba de un proceso que apenas comienza a ser valorado
en su justa dimensión.
2.
Liderazgo Situacional.
Desarrollar influencia y persuasión en contextos específicos acorde a las
necesidades de los equipos de trabajo. Son muchas las teorías y modelos que
recorren los pasillos de las escuelas de administración y el liderazgo se ha
convertido, en muchas organizaciones, un genérico que significa mucho pero al
final puede no significar nada. El nuevo desafío del liderazgo se propone
descubrir que, tal como lo menciona en su modelo K. Blanchard, se trata de
reconocer los contextos en los cuales se desarrollan las habilidades de las
personas y es allí donde el liderazgo adquiere su real dimensión. El líder,
como se dice en las tribus indígenas de la Sierra, se reconoce, no se nombra.
Este reconocimiento nace de la identificación que tiene el seguidor, de la
aceptación que le ofrece y de la esperanza que tiene en los que serán los
resultados finales. El liderazgo situacional permite rotar la responsabilidad,
invita a empoderar al equipo, hacer colegiado el resultado de tal manera que se
comienza a reconocer que el líder no es sinónimo de jefe o de autoridad
suprema, es el reconocimiento del conocimiento subyacente al equipo de trabajo.
El liderazgo surge entonces, tal como lo plantea P. Senge, como una opción de
aprendizaje colectivo. El nuevo reto se sitúa entonces en la posibilidad de
ofrecer a todos los integrantes del equipo de trabajo el reconocimiento de que
sus conocimientos y habilidades son una contribución significativa en el logro
de los resultados esperados y que en cualquier momento puede estar a la cabeza
del grupo. El liderazgo situacional ha sido explorado conceptualmente de modo
generoso, sin embargo será la práctica empresarial la que diga si tendrá o no
éxito en la búsqueda de nuevas fronteras para la innovación y para el trabajo
en equipo.
3.
Equipos Empoderados.
Reconocer las habilidades y competencias de los integrantes apuntando al logro
de los propósitos corporativos. El ser humano es ante todo un ser gregario, en
este sentido su horizonte de sentido se enmarca siempre en lo que reconoce como
su equipo de trabajo; ser parte de un equipo genera en las personas la
satisfacción de la contribución, de la identidad y del “modo nuestro de
proceder” al que aludía San Ignacio. Los equipos son poderosos porque tienen
claros sus resultados, porque conocen la meta a la cual van a llegar, porque
anticipan las dificultades que tendrán en el camino y porque se preparan para
superar las barreras que implica el desarrollo de una gestión, cualquiera que
sea en la organización. Hablar de equipos empoderados, significa que su poder
viene de dentro, de generar la sinergia requerida para que cada uno de sus
integrantes aporte lo mejor de sí en la ejecución de las tareas. Este reto
gerencial aborda la urgencia de creer que las personas que integran nuestros equipos
de trabajo en la organización son lo mejor que tenemos y son el talento que nos
va a permitir permanecer en un mercado lleno de riesgos. Desarrollar la
competencia de “equipos empoderados” significa también que la evidencia
comportamental sólo podrá ser evaluada de modo colectivo, es la oportunidad de
reconocer que los resultados se obtienen por el aporte y contribución de cada
uno de los integrantes. Finalmente es importante reconocer que los equipos no
solamente hacen referencia al clásico estilo vertical donde se conforman por el
trabajo de las áreas o procesos particulares, los equipos de dirección y en
general todos aquellos que involucran personas de distintos departamentos,
tienen la obligación de construir relaciones orientadas a la ejecución de
tareas que generen valor agregado a la gestión puntual de la actividad
asignada.
4.
Comunicación asertiva.
Identificar modelos de comunicación capaces de afrontar con éxito los
conflictos en la organización. El diferenciador en esta competencia es precisamente
la capacidad de desarrollar en los colaboradores la asertividad en los procesos
comunicativos, que descubran la manera de expresar de forma adecuada todo
aquello que puede favorecer o bien obstaculizar el adecuado desarrollo de las
relaciones interpersonales en el ejercicio de la labor profesional o laboral.
En este sentido, vale la pena volver sobre la invitación de D. Goleman a
entrenar la inteligencia emocional como alternativa de mejoramiento personal,
social y grupal. Reconocer los propios derechos en una sociedad o en una
empresa implica fortaleza interior también, dejar el temor por las
consecuencias y asumir el riesgo de decir adecuadamente lo que puede marcar la
diferencia entre un clima laboral productivo y positivo y una experiencia amarga
al interior del equipo. Conocemos muchas historias de personas que padecen a
sus jefes y compañeros, su incapacidad de hablar oportunamente puede llevar a
pensar a los otros que su forma de ser es así y por tanto no se está cometiendo
ninguna infracción. La comunicación asertiva permite generar espacios para
escuchar también a quienes piensan diferente sin descalificarlos y de esta
manera encontrar valiosas alternativas para la acción. Es importante reconocer
que esta competencia descalifica las actitudes de supremacía y agresividad
exhibida por muchos jefes en las organizaciones que impiden valorar las
opiniones, alternativas y experiencias que tienen otras personas, de tal manera
que, incluso la gestión, termina por empobrecerse y por empobrecer los resultados
organizacionales.
5.
Proactividad Innovadora. Promover iniciativas que permitan "hacer que
las cosas sucedan"(S. Covey) en los nuevos entornos organizacionales. Hace muchos años le escuche a Joel Barker una
explicación sobre la diferencia entre el Pionero y el Colono, creo que su
aproximación es bastante acertada y valiosa para el mundo gerencial, es la
invitación a reconocer que los tiempos actuales necesitan con urgencia
despertar nuevamente el espíritu del Pionero, del que busca nuevas rutas, nuevos
caminos, de proponer a sus equipos nuevas experiencias. Esta competencia se
afinca entonces en el descubrimiento de nuevos escenarios que aún no son
realidad pero que son posibles y probables, se apoya en modelos prospectivos
que le permiten intuir variables que pueden marcar la diferencia para su
organización. La proactividad introduce un elemento importante en el desarrollo
de los equipos de trabajo de la organización por cuanto permite consolidar en
la gestión el reconocimiento de que todo será provisional y que siempre habrá
nuevas posibilidades. La historia empresarial ha demostrado que solamente
aquellos que están en constante movimiento tendrán una mayor oportunidad de
encontrar nuevos y mejores mercados, de producir nuevos productos, etc.., El camino
entonces está hecho para que los pioneros avancen hacia lo desconocido, sin
embargo, volviendo al símil de Baker, es imprescindible que los colonos
fortalezcan también los terrenos ganados y aseguren las nuevas realidades ya
que hemos visto casos de empresas que van adelante pero no tienen la capacidad
de mantener el éxito logrado. Innovar de manera proactiva implica reconocer que
las nuevas realidades empresariales no dan espera y se presentan de modo más
cualitativo que cuantitativo, tal como lo se mencionará en la competencia
tecnológica.
6.
Responsabilidad Social.
Establecer un marco de acción que contribuya a una gestión que permita el
desarrollo sustentable en beneficio de la sociedad. El tema pasa por estudiar a
fondo el alcance de la norma ISO 26000 que ha sido muy nombrada pero poco
comprendida. Se trata de identificar en las organizaciones la capacidad de
valorar sus entornos y por tanto, reconocer que su gestión empresarial
involucra a los clientes, los proveedores, sus accionistas, los colaboradores y
también a las comunidades en las cuales hace presencia su organización, sea por
presencia física real o bien por impacto de marca. En este sentido el desafío
consiste en dar alcance a la necesidad planteada por los stakeholders diseñando
planes y programas capaces de atender sus expectativas en términos de
realización. Cierto es, entonces, que la dimensión social pasa por el
altruismo, pero no debe quedarse allí, su acción responsable debe trascender la
solución puntual y temporal para enmarcarse en alternativas incluyentes,
complementarias y equitativas. La responsabilidad social se debe caracterizar
desde la esencia empresarial, desde lo propio de su empresa, no se trata de
ofrecer soluciones a las cuales no está obligada o que demuestran más que intereses
solidarios y cooperativos esfuerzos guiados por intenciones egoístas que a la
larga terminan por ser descubiertos, o bien por acciones que terminan siendo
asistencialismo mediático que no soluciona ni aporta nada al contexto en el
cual se desarrolla la organización. Esta
competencia comienza a ser vista con simpatía por los ejecutivos de las
corporaciones aunque, es mi sospecha, todavía no reconocen el alcance que
tienen en términos de productividad empresarial.
7.
El cambio como condición. Los situacional es la expresión de lo
condicional, cada día aparecen nuevas maneras de hacer las cosas y los
colaboradores deben contar con estrategias que les permitan reconocer el
impactó que causarán las nuevas tendencias mundiales y regionales en la gestión
cotidiana de la organización. Será un gran reto para las organizaciones que
pretendan sobrevivir el reconocer los aspectos dinámicos de su gestión
empresarial, identificar las prácticas necesarias y las adjetivas, establecer
modelos de aprendizaje nuevos y resolver las grandes dudas que generan
iniciativas que no rinden frutos en el corto plazo. El cambio se convertirá en
un mapa que deben aprender a leer los colaboradores y serán ellos mismos
quienes identificarán que la organización está estancada y requiere movimientos
rápidos y necesarios, aparece la urgencia de crear estrategias que aseguren el
largo plazo de la organización, sabemos de memoria historia de compañías que
fueron exitosas un par de años pero después de eso nada nuevo apareció. El
cambio implica también identificar quienes deben quedarse y quienes deben irse
como lo sugiere Jeanie Daniel, son los talentos los que lograrán de modo
conjunto identificar las estrategias ganadoras y diferenciadoras para el
mercado, ya no basta sobrevivir, es preciso poner en marcha toda la
potencialidad de la organización para lograr resultados sorprendentes. Los
colaboradores deberán evolucionar también y descubrirán que la organización es
solamente una estación más en su vida profesional y que los retos los seguirán
esperando en otros ambientes empresariales quizá más exigentes que el actual.
8.
Competencias tecnológicas. Integrar en la gestión cotidiana la capacidad de
apoyarse en los recursos y herramientas tecnológicas para favorecer la
conectividad en la organización. El nuevo mundo de las organizaciones es
imposible de explicarse sin el internet, nos sugiere Tom Peters. La presencia
dejo de ser local para volverse global y como lo anticipó McLuhan ahora sí
podemos hablar de la aldea global. Sólo con pensar en una empresa que no tenga
página Web estaríamos pensando en una organización que no existe, el diseño,
implementación y uso de modelos y herramientas tecnológicas son las que marcan
la diferencia en la gestión de la organización. Las redes sociales han pasado
de ser espacios dedicados al ocio y la diversión a estrategias potentes de
penetración de mercado, de publicidad de bajo costo. Los correos electrónicos,
los portátiles, las comunicaciones móviles y toda la pléyade de alternativas
que ni siquiera somos capaces de nombrar se van apoderando rápidamente de la
gestión gerencial y obligan a cambiar el modo y el estilo de hacer negocios. La
geografía ya no es barrera, el idioma tampoco y esto ha llevado a que el libre
comercio esté en manos de jóvenes que se han arriesgado a romper las fronteras
y trayendo hasta nuestros hogares todo lo posible y lo increíble. No es preciso
ya tener oficina, los negocios se hacen una nube virtual, allí ocurre todo.
Esta competencia podrá sacar del mercado a muchas compañías cuyos ejecutivos no
sea capaces de incorporar el espíritu pionero en su gestión. En este mundo las
palabras adquieren nuevos y potentes significados, conectividad es la clave y
ninguno de nosotros va a querer perderla. Sobre este tema apenas se comienza a
vislumbrar su potencialidad y se entiende entonces el interés y el afán
gubernamental por incluir cada día a nuevos usuarios a la red, es la
posibilidad de la competitividad.
9.
Integridad y Reputación.
Evidenciar con sus comportamientos y acciones la legalidad y licitud más allá
de toda creencia con el fin de operacionalizar los valores corporativos. Por lo
menos para nuestro país (Colombia), esta es una época de crisis que no parece
terminar, sin embargo las corporaciones en el nivel mundial tampoco han dado el
ejemplo requerido. La búsqueda permanente de una mayor utilidad a costa de la
tributación justa, o bien las comisiones no legales que se entregan en los
procesos de contratación o quizá los manejos poco claros al momento de
contratar los colaboradores, entre muchos otros ejemplos y situaciones, invitan
a reflexionar profundamente sobre la dimensión ética en la organización. Los
valores promulgados y promovidos aparecen en ocasiones como fantasmas
ocasionales que se esgrimen al momento de rendir cuentas. Se trata entonces de
enfrentar el desafío de la tentación, del riesgo que corremos al promover
conductas que están en el límite. Los valores son la expresión de aquello que
se torna innegociable, se refiere a lo taxativo que invita a reconocer el
camino que debe recorrerse. Como dice Blanchard en Gung Ho, el destino es
negociable, los valores no admiten líneas curvas, en este sentido es preciso
que la gerencia tenga claridad del testimonio que ofrece con sus actos a los
clientes y colaboradores, especialmente; se pretende revisar la coherencia
entre el decir y el hacer de tal manera
que la praxis organizacional tenga unos principios rectores que apoyan la
identidad corporativa. La exigencia de legalidad, pulcritud y licitud no puede
sujetarse a la carga de la prueba, a la evidencia condenatoria, por el
contrario, esta competencia lo que pretende es blindar a la empresa y sus
equipos de trabajo de toda sospecha y en este sentido poder mostrar una gestión
donde lo único que no cabe es la duda. Se tendrá que recorrer un largo camino
para consolidar en los profesionales jóvenes en la competencia requerida, sin
embargo, es una tarea impostergable. El criterio se forma y es entonces una
misión posible.
10. Confianza
y Credibilidad. Desarrollar competencias orientadas a
fortalecer el carácter y el conocimiento en los comportamientos y relaciones
con proveedores y clientes. Creo que este reto será para los gerentes de las
organizaciones una verdadera oportunidad de crecer de modo personal en la
medida en que van integrando y asimilando los contenidos de lo que significa
desarrollar confianza en el equipo de trabajo. Tal como lo expresa S. Covey en
“Factor Confianza” los costos pueden subir o bajar para la organización si la
confianza se fortalece en las relaciones con clientes, proveedores y
colaboradores. El puente de la confianza está unido al de la credibilidad, casi
que podemos decir que el uno condiciona al otro, en este sentido es preciso
incrementar los niveles de credibilidad en las personas, los equipos y la
organización. Las consecuencias de evidenciar esta competencia en el
comportamiento organizacional será, sin duda, la capacidad de responder de modo
afirmativo las tres preguntas que hacen Kaplan y Norton en su libro inicial de
BSC, tales preguntas son: ¿es esta una empresa donde vale la pena comprar?,
¿Dónde vale la pena trabajar?, Aquí ¿vale la pena invertir?. Desarrollar
confianza y credibilidad es posicionar los principios que sustentan la gestión
gerencial, es tener la oportunidad de ser juzgado a partir de las acciones y de
este modo consolidar cada día la experiencia gerencial como un aprendizaje que
se traduce en acciones capaces de contribuir de modo significativo en el
cumplimiento de las metas y tareas de los equipos de trabajo.
Finalmente, asumiendo que estas
competencias son sólo unas entre muchas y que de cada una de ellas se puede
predicar mucho más, me parece oportuno invitar a todos los que tienen
responsabilidades gerenciales para que revisen de modo juicioso el contenido de
cada una de estas competencias que, sin duda, serán en tiempos muy próximos y
en algunos casos ya lo son, parte de las nuevas dinámicas gerenciales que
movilizarán a las organizaciones hacia nuevas realidades que regirán el destino
corporativo.
Contacto:
Tel. (57 1)2 21 67 81. (57) 311 214 3825
BOGOTÁ, COLOMBIA
Creo que la capacidad hace que emplees menos tiempo para superar una prueba pero ésta se hace más intensa si se acorta el tiempo pero es el tiempo de dedicación lo que da valor a la superación y que la cabeza se acompaña con la investigación y las intuiciones y las observaciones se convierten en instinto inteligente a la manera de Bergson con margen al ensayo y el error que nos hace progresar.
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