Cuando
de certezas se trata, definitivamente de lo que menos podemos dudar es que
algún día y en alguna circunstancia no esperada ni determinada, tendremos que
afrontar la muerte como un hecho ineludible, sea porque tengamos que padecerla,
lo cual significaría el final de la historia, o bien porque nos sea arrancado
de nuestra vida un ser querido o alguien por quien sentimos aprecio.
Esta
reflexión no pretende abarcar la complejidad del duelo y del significado de la
fragilidad o brevedad de la vida como diría Séneca, quieren ser, mejor, unas
palabras de aliento para todos aquellos que en las empresas han tenido que
vivir la muerte de algún compañero de trabajo, de alguien cercano en sus
labores profesionales y en todo caso de acompañar a quienes han tenido que
vivir la experiencia de una ausencia repentina o por medio de una breve
enfermedad y entender entonces que es preciso asumir la realidad de la muerte
como parte de la esencia de la humanidad.
En
las organizaciones, la muerte no tiene mucho espacio, por lo general el número
de personas que fallecen en la empresa por año no es relevante ni significativo
a menos que se trate de accidentes, pero no es lo usual que los compañeros de
trabajo encuentren en la mañana que alguno de sus compañeros murió. Sin embargo
es una realidad que seguramente hemos tenido que afrontar y, dependiendo el
cargo en la organización o su cercanía, se habrá sentido más o menos impacto
con la noticia.
De
todos modos, la muerte seguirá siendo un visitante inesperado pero requerido,
que nos lleva a reconsiderar muchos de nuestros comportamientos y actitudes. El
equipo de trabajo, del cual hacía parte el difunto, seguramente sentirá con
mucha fuerza esta ausencia, debe entonces iniciarse el proceso del duelo y es
en este sentido que en muchas ocasiones no estamos preparados para ello ya que
no es un evento corriente ni mucho menos esperado, es un momento seguramente de
confusión que genera diversas reacciones en cada una de las personas.
Aunque
no es un tema de alto impacto para la empresa, por las razones mencionadas
arriba, si considero que una de las acciones que debe prever la organización, y
en especial las áreas de bienestar, tienen que ver precisamente con esta
posibilidad real y que todos esperamos que no ocurra pero que sin embargo es
una realidad ineludible. La muerte de un compañero de trabajo afecta
indiscutiblemente el desempeño y la productividad en la organización por tanto
es preciso que exista un modelo de acompañamiento que permita, sobre todo a los
más afectados, elaborar el duelo como un proceso natural que implica reconocer
la pérdida pero también asimilar que la historia debe seguir siendo construida.
Dice
Gilbert Brenson en su texto “Luz en el Valle oscuro” que es preciso recorrer el
camino de la esperanza nuevamente y para ello sugiere una serie de pasos de los
cuales transcribo algunos, cada uno de ellos corresponde a un capítulo; “a.
Reconocer la pérdida, b. Vivir el dolor, c. Buscar el consuelo, d. Darte el
tiempo, e. Pedir apoyo y f. Rodearte de Vida” (Brensón,1985). Estas sugerencias
me parecen de alto valor y creo que la organización debería pensar en el diseño
de un modelo de acompañamiento institucional a los compañeros de trabajo de la
persona que falleció, no basta, creo yo, con el permiso para asistir a las
exequias y luego todo vuelve a la normalidad como si la persona no hubiera
existido para la empresa.
Otra
reflexión tiene que ver con el impacto que esta ausencia definitiva tiene en
las personas más cercanas, en su equipo de trabajo, es un tema que vale la pena
hacer explicito y reconocer que la muerte de un compañero de trabajo puede
modificar el clima y en ocasiones no es fácil hablar del tema en grupo, las
emociones no se expresan adecuadamente y en muchas ocasiones no se hace un
adecuado tratamiento del mismo, quizá por temor o desconocimiento sobre cómo
hacerlo sin causar más dolor. Se recomienda entonces entender que la muerte
debe ser asumida como una realidad y no como una excepción en el desarrollo de
la vida empresarial.
La
tristeza que nos produce la partida de un ser querido tiene en cada persona una
interpretación diferente y una manera de manifestarse diferente, para algunos
se convierte en motivo de comportamientos que quizá son inadecuados para el
desarrollo de la tarea, algunos otros pueden tener descuidos o distracciones,
otros pueden dejar que los sentimientos los agobien, etc.., en este sentido es
preciso entonces que se tengan espacios que permitan recuperar la dinámica
propia del trabajo y establecer nuevos escenarios de acción que le permitan al
equipo superar con relativa prontitud el impacto que causa la muerte de un compañero de trabajo.
Señala
Paul Ricoeur, en su texto sobre “Freud, una interpretación de la cultura”, que
a la muerte es preciso asumirla con resignación y entendida esta como la
capacidad de interpretar los hechos de la vida desde una mirada que integra a
la muerte como parte de la vida, como un momento de rompimiento pero de
integración al mismo tiempo, es así como el reconocimiento del dolor no nos
hace más frágiles, nos reconoce frágiles y por tanto finitos y limitados
también, es un momento de verdad que nos desborda en ocasiones pero que al
mismo tiempo nos reta a superar nuestra propia debilidad en una realidad que
hemos construido con otras personas.
La
muerte como realidad empresarial debería ser incluida en los planes de
desarrollo organizacional y de crecimiento personal, debería ser un componente
de las áreas de bienestar que diseñen un modelo que vaya más allá de un pésame
prefabricado y en ocasiones ausente de sentido y sentimiento. Qué bueno que
cuando ocurra lo inesperado, que cuando sobrevenga el acontecimiento seamos
capaces de reconocer que es un dolor compartido con la familia, que es una
experiencia que nos une y nos reconoce iguales frente a la realidad de la
muerte.
Espero
que estos breves apuntes, surgidos de
una realidad próxima, sean fuente de inspiración y solidaridad con quienes
están viviendo en este momento una etapa de duelo y puedan convertir una
situación de vacío e incertidumbre en una oportunidad para afianzar los
vínculos entre todos los que integran el equipo de trabajo, sea un momento de
solidaridad compartida que fortalezca la relación entre las personas y que por
supuesto sea igualmente un apoyo para superar el dolor y avanzar hacia la
esperanza compartida.
Contacto:
Tel. (57 1)2 21 67 81. (57) 311 214 3825
BOGOTÁ, COLOMBIA
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