La mayor dificultad de quienes tienen la responsabilidad de estar
frente a un grupo, sea como líder, responsable o director, es la de mantener
comportamientos coherentes y alineados con las expectativas de quienes le
observan y califican en su actuación diaria.
En muchas ocasiones hemos escuchado la frase “se lidera con el
ejemplo”, pero quizá no hemos hecho el ejercicio de profundizar en el alcance y
sentido que tiene para la cultura organizacional y para los procesos de gestión
en la organización.
Convertirse en referente es un riesgo que se incrementa cuando se
hace una auto proclamación de la misma, me refiero a que no es fácil mantener
una línea de conducta que pueda o deba ser seguida por los demás, entre otras
cosas porque cada persona es diferente y lo que para unos puede resultar
deseable para otros no necesariamente lo es.
En muchas ocasiones escuchamos a los jefes predicar sobre la
importancia de tal o cual comportamiento y más demoran en terminar su
desiderátum que ellos mismos en ser sorprendidos en indeseables y a veces
cuestionables conductas, de tal manera que se encargan de invalidar dichos
propósitos. Esto mismo ocurre quizá porque el liderazgo es débil y está sujeto
a la autoridad que le otorga el cargo y no necesariamente al que le ofrecen los
resultados de su gestión.
Dar ejemplo significa también que hay un hecho o comportamiento
que deber ser seguido o evitado y por tanto los responsables de SER ejemplo
deben cumplir una serie de características. Quiero resaltar la importancia de
hacer la diferencia entre DAR el ejemplo y SER el ejemplo ya que tiene una
implicación conceptual profunda pero de consecuencias prácticas graves por
cuanto DAR es una demostración de lo ideal que debería hacerse respecto de
algo, mientras que SER significa encarnar en sus acciones lo que debe ser
imitado, replicado o seguido por otras personas en la organización.
El ejemplo, en términos de comportamiento, es una acción
consciente e intencional que pretende ser mostrada a otros como dignas de ser
imitadas, en este sentido podríamos cuestionar la validez de un liderazgo donde
el ejemplo no nace de un convencimientos personal y profundo que afirme la
acción sino que por el contrario se convierte en una máscara que oculta una
agenda de incoherencia y que por tanto no expresa la realidad de lo que se
quiere con la acción propuesta.
Para no complejizar esta reflexión, lo que pretendo es invitar a
debatir si realmente SER ejemplo para alguien es válido en términos de
formación o se trata simplemente de un proceso que termina en la incoherencia
manifiesta cuando las circunstancias obligan a cambiar la dirección
inicialmente propuesta como deseable de ser seguida e imitada.
Conocemos casos en la historia de personas que fueron coherentes
con sus principios y valores, que entregaron
su vida por una causa y que son dignos de ser imitados, los hay en el campo
religioso, social, cultural, deportivo, empresarial, etc.., ahora bien la
pregunta es si su vida fue una dedicación a la tribuna, donde son juzgados por
sus resultados, o bien se trata de personas que descubrieron y/o han
identificado que SER ejemplo es una consecuencia natural de la cotidianidad y
no una experiencia pasajera.
La gran crítica a muchos de nuestros íconos empresariales,
sociales, religiosos, etc.., es su capacidad de mantenerse como líderes dignos
de ser imitados y seguidos. En muchos momentos descubrimos historias y hechos
que harían indigna a la persona y que por tanto los llevan a perder la
credibilidad de la cual gozaban y se convierten de un momento a otro en anatema
al que nadie quiere siquiera nombrar.
Finalmente, me parece
que vale la pena pensar que el liderazgo transformador debe ir más allá del
ejemplo, debe incluir la posibilidad de la equivocación y del error, el
liderazgo no es para SER ni para DAR el ejemplo, se trata más bien de
TRANSFORMAR con el ejemplo, en la posibilidad de convertir la gestión en una
experiencia nueva para los integrantes del equipo de trabajo. El liderazgo es
un componente necesario en los procesos de transformación y el ejemplo es una
opción que está disponible para ser tomada, mejorada o cambiada, de tal manera
que los resultados atiendan las expectativas y propósitos de la organización.
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