Siempre
se ha dicho que la competencia está afuera y que por tanto es preciso
fortalecer los procesos internos para incrementar la productividad, sin
embargo, la evidencia parece decir otra cosa y competimos entre nosotros mismos
y entre nuestras áreas.
Diariamente
asistimos a las realidades que nos dicen que el trabajo entre las áreas se hace
difícil e incomprendido. Los diferentes equipos de trabajo asumen que su labor
es prioritaria y la más importante, desechando, en muchas ocasiones, las
contribuciones que puedan recibir por parte de personas de otras áreas o
departamentos y de esta manera se van constituyendo en unidades cerradas que
generan conflictos que se hacen visibles, sin lugar a dudas, al momento de
prestar el servicio al cliente y de garantizar los compromisos que deben
cumplirse también con los proveedores y demás entidades con las que se
relaciona como organización.
Algunos
comportamientos que evidenciamos diariamente tienen que ver con:
1. La descalificación que hacemos de las
contribuciones y aportes de los otros.
2. Ocultar información a otros miembros de
la empresa.
3. Creación de grupos cerrados al interior
de las áreas.
4. Relaciones interpersonales no positivas
y conflictivas.
5. Discusiones permanentes entre los
miembros del equipo.
6. No asumir la responsabilidad individual
ni de grupo frente a los errores, equivocaciones y reclamos.
Estas
situaciones y otras más, hacen que el clima laboral se vaya deteriorando a tal
punto que ya el sitio de trabajo no es un espacio agradable ni vital sino que,
por el contrario, se convierte en un territorio en el cual aflora el conflicto
como parte de la cotidianidad, evidenciando así los problemas de comunicación y
el deterioro progresivo de la
productividad esperada.
La
dinámica interna de la empresa comienza entonces a generar situaciones en las
cuales la competencia entre las áreas y departamentos hace que no funcionen los
procesos y no se tenga conciencia de la importancia del resultado final, de tal
manera que quien terminará pagando las consecuencias de estas situaciones sea
el cliente que no es atendido en los tiempos esperados, con la calidad deseada
y en las cantidades requeridas.
La
comprensión de la organización como un organismo vivo y complementario
desaparece, la actitud que asume el
gerente o jefe del área frente a las situaciones cotidianas de la organización
se trasladan a los colaboradores quienes asumen que es preciso competir y no necesariamente colaborar con los
miembros de los otros equipos; en este sentido, se pierde la conciencia de la
importancia que tiene comprender que toda la organización debe trabajar en una
misma dirección y que el éxito de un proceso, grupo o departamento no significa
la derrota o el fracaso de otra, no conocemos, hasta ahora, empresas que entren
en quiebra por áreas.
Una
situación bastante común, por ejemplo, es “trabajar para la tribuna”, lo cual
hace que los grupos dediquen mucho esfuerzo en mostrar y publicitar sus
acciones y tareas sin tener en cuenta y valorar que esos logros que se muestran
se obtuvieron gracias a la participación y contribución de otras personas y
grupos de la empresa.
Esta
reflexión es una invitación a reconocer, de modo contundente, la importancia
que tienen todos los integrantes de la organización independientemente de la
función que desempeñan, lo cual permite invitar a reconocer que no somos
unidades selladas donde el origen de los problemas y de las equivocaciones
siempre será el otro, sino que por el contrario reconocemos que somos una
estructura donde el trabajo de un proceso o grupo es necesariamente
complementario de los otros y que los
resultados que obtiene benefician a la empresa cuando los clientes reconocen
que nuestra oferta de valor se cumple a cabalidad.
En
este sentido, es indispensable considerar la implementación de un proceso
de transformación en la organización que
incluya la formulación de formas de trabajo con el equipo gerencial, de manera
tal que los éxitos y fracasos sean asumidos por el equipo y no solamente por cada una de las
áreas. Igualmente es importante una intervención con todos los colaboradores
con el fin de asegurar un mayor conocimiento de las diferentes áreas de la
empresa permitiendo de esta manera construir mayores niveles de participación
en las decisiones y acciones que puedan afectar desde cada equipo de trabajo o
proceso a toda la organización.
Por
último quisiera mencionar que cuando identificamos una cultura corporativa con
este diagnóstico es preciso intervenir de manera proactiva, reconociendo los
factores que llevaron a este tipo de comportamientos y establecer un plan de
acción que genere en toda la organización el reconocimiento de las metas
comunes, es decir evidenciar aquellos aspectos que nos unen y nos invitan a
trabajar conjuntamente y descubrir que finalmente cada uno de nosotros está
llamado no sólo a ser testigo sino también protagonista del éxito o fracaso de
la empresa en sus resultados esperados.
Contacto:
Tel. (57 1)2 21 67 81. (57) 311 214 3825
BOGOTÁ, COLOMBIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario